lunes, 18 de abril de 2016

La sabiduría que proviene de lo alto…


Por: Jonathan Colina

Shalom, cuando se habla de sabiduría siempre se ha entendido secularmente como el grados más grande del conocimiento, o más bien un conocimiento profundo y destacado de ciencias, letras, artes o cualquier área; pero cuando evaluamos la escritura nos damos cuenta que la sabiduría siempre proviene del Eterno a través de su instrucción perfecta (Torah); así también un pueblo sabio es aquel que camina ajustado a dicha instrucción (Deuteronomio 4:5-6).

Es así que no podemos hablar de la sabiduría celestial como una expresión secular, pues de alguna manera surge de nuestro creador que es perfecto y que fundó la tierra con sabiduría (Proverbios 3:19). La sabiduría es un regalo de nuestro Padre celestial a todo aquel que le teme, pero ¿qué significa en realidad esta expresión? ¿Cómo debemos actuar para demostrar que la poseemos? ¿Acaso la sabiduría es solo poseer conocimiento? ¿O es esta la puesta en práctica del mismo? Son preguntas que debemos hacernos para darnos cuenta que tipo de sabiduría poseemos, ¿la verdadera que es la que viene de Adonai? (Proverbios 2:6-7) o, ¿la que nos hace desechar el consejo y nos lleva a la destrucción ya que nos creemos autosuficientes al actuar sin ayuda de Nuestro Padre Celestial? (Proverbios 3:7). 



Debemos comprender que la verdadera sabiduría viene de Adonai (Job 12:13) El nos la provee para que seamos capaces de manejar una vida donde enfrentamos un sinfín de situaciones en las que es necesario poner en práctica la misma y a pesar de todo ser fiel, integro y temeroso con aquel que no las imparte. 

En un momento el Rey Salomón al ver que gobernaría un pueblo y era muy joven al hacerlo, le pidió a Adonai sabiduría para poder entender a este pueblo, guiarlo, direccionarlo y juzgarlo de manera digna (1 Reyes 3:7-12). Éste no pidió lujos ni riquezas, solo pidió sabiduría y Adonai se la concedió y como consecuencia de esto fue prospero. Por eso Salomón es considerado uno de los grandes hombres más sabios que han existido y se le atribuyen los proverbios que en sí están llenos en su totalidad de Sabiduría. 

El gran problema del creyente es que anhela las riquezas y los lujos; se esfuerza por alcanzar la añadidura pero le da la espalda al reino, hablan de temor pero son desobedientes a la instrucción perfecta, piensan tener sabiduría pero han desechado la voluntad del Padre expresada en letras; por ello “Los sabios están avergonzados, Turbados y atrapados: Rechazaron con desprecio la palabra de YHVH, ¿Qué sabiduría, pues, podrá haber en ellos? (Jeremías 8:9)... 

Por otro lado, el mismo Job a pesar de todo lo que padeció demostró estar claro, entendido, y que poseía sabiduría del Eterno, nunca maldijo a Adonai más bien lo bendijo y se encargo de exaltar la sabiduría que proviene de lo alto (Job 28 1-27). Pero si hay algo tan importante es que dio a conocer que el temor (respeto y reverencia) al Eterno es la sabiduría (1:28), de igual modo el hecho de apartarse del mal como resultado de obedecer la instrucción del Padre celestial. Cabe destacar que el principio de la sabiduría es el temor al Eterno (Proverbios 1:7), pero si el temor al Eterno es el principio de la sabiduría ¿cuál será el final de ella? El mismo salomón dijo: “El fin de todo esto es teme al Eterno y guarda sus mandamientos, porque eso es el todo del hombre” (Eclesiastés 12:14). 

No podemos hablar de sabiduría sin que obedezcamos las instrucciones santas, no podemos hablar de personas sabias sin que primeramente sean temerosas al Eterno. El mismo Jacob (Santiago 3: 13-17) expresó que el sabio y entendido debía demostrarlo con su buena manera de vivir ajustado a la voluntad celestial, con obras dotadas de humildad que emanan de la sabiduría. Esta sabiduría no contiene celos, rivalidades, arrogancia ni pleitos, pues donde se manifiestan ambas cosas allí hay perturbación y toda obra maligna; no obstante esa sabiduría solo es humana, sensual y del adversario (satanás). La sabiduría que proviene de lo alto primeramente está dotada de verdad, es pura, en shalom, amable, lista para obedecer, llena de misericordia y de buenas acciones, sin parcialidad ni hipocresía. 

Por el contrario si en alguien siempre hay mentiras, impurezas, si protagoniza los pleitos y discusiones, si es desobediente y rebelde a la instrucción del Padre, si nunca tiene misericordia con su prójimo sino que se deleita en el mal y sus bajas pasiones, si hay hipocresía en su corazón y carece de sinceridad no es una persona sabia, pues para que exista sabiduría debemos temer al Eterno y si temiéramos no practicáramos de tales acciones perversas. 

La sabiduría que proviene de lo alto nos enseña a temerle al Eterno y a su vez ese temor (respeto y reverencia) nos lleva a cumplir sus mandamientos lo que se traduce en obediencia. No podemos decir que somos sabios sin que antes temamos al Eterno y guardemos sus mandamientos.

La sabiduría de lo alto no es saber mucho de Torah, es obedecer mucho la Torah. @jonathanor7

viernes, 15 de abril de 2016

¿Maldita ley o maldición de la ley?





Moréh Jonathan Colina

Shalom, a lo largo de la historia se han establecidos conceptos o creencias dentro del mundo religioso que si bien es cierto siempre ha sido fluctuante y variante con respectos a las enseñanzas del Mesías y posteriormente la impartición de pablo a las distintas comunidades, así como también son opuestas a las palabras de los profetas, salmistas y enviados del Eterno.

Esto ha traído un vacío generacional dentro de las distintas denominaciones religiosas, asumiendo así ciertos conceptos fijados en concilios perversos y no las instrucciones celestiales reveladas a través de sus escogidos. 

Los conceptos dispensacionalistas han privado al creyente de conocer realmente la verdad revelada para sumergirlo en filosofías huecas que carecen de propósito y perfección; por esto siempre se asume que “ya no estamos bajo la ley si no bajo la gracia”, como si alguna vez hubieran vivido bajo la ley. 

Sin embargo, cuando se trata de enseñar la palabra de verdad y con objetividad siempre sale a reducir que el Mesías nos redimió de la maldición de la ley, como si la ley fuera maldita y Él tiene que sacrificarse para erradicarla.

Sin embargo, la escritura dice algo diferente:
Mateo 5:17  No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir
Basado en el texto anterior dice que no vino a abrogarla, sino a cumplirla (darle correcta interpretación) y que no podemos ni siquiera pensar que vino a eliminarla y hoy día no solo lo piensan, sino que también lo enseñan que es peor.

La creencia en el mundo religioso es vivir alejado de la ley que nos aporta herramienta en nuestra vida al punto que nos convierte el alma.
Salmos 19:7:  La ley de Adonai es perfecta, que convierte el alma;  El testimonio de Adonai es fiel, que hace sabio al sencillo. 
Si es perfecta, entonces brinda perfeccionamiento a todos aquellos que lo asumen como estilo de vida y obedecen. Por el contrario, al cerrar nuestros oidos a ellas entonces haremos que el Eterno cierre los oidos a nuestra oracion.

Proverbios 28:9:  El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable.  
Por otro lado, cuando evaluamos la escritura hay una cita que sale mucho a relucir y es  Gálatas 3:13:
El Mesías nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), 
Esta es una cita que se utiliza para justificar una postura religiosa y no bíblica.

Aquí vemos claramente que el Mesías nos redimió de la maldición de la ley, pero es importante preguntarnos ¿a qué maldiciones se refieren?, así como también comprender que no dice de la maldita ley, sino más bien de las maldiciones que están establecidas en la ley (Deuteronomio 28:15-68). 

El problema de los creyentes también ha sido el de no interpretar las escrituras correctamente y no entender su lenguaje tanto el original como también el español.

Evidentemente no es igual decir “maldición de la ley” a decir “maldita ley”, son cosas totalmente distintas, pero muchos confunden, y pareciera un poco extraño ya que si la ley fuera maldita ¿porque el mismo Padre habría de hacer un pacto con casa de Israel y casa de Judá para colocarle la ley en sus mentes y escribírselas en su corazón? (Hebreos 8:10), cuando esta es una maldición y que supuestamente el Mesías ya nos redimió.

Entonces el Mesías y su Padre parecen no estar de acuerdos, por un lado el Mesías nos redime de la maldición de la ley y por otro el Padre tratando con su pueblo para colocarle su ley en su ser. Es totalmente contradictorio, pero así son todas las doctrinas de la cristiandad; torcidas y sin propósito. 

Por esto es importante exponer la verdad del Eterno y no seguir engañados por los conceptos tradicionales, y sobre todo la importancia de reconocer que la Torah (mal traducida ley) es un manual de instrucción perfecto que todo hijo del Eterno debe obedecer para no vivir en maldición, sabiendo que el Mesías por medio de su sacrificio nos impartió esa justicia celestial para erradicar nuestros delitos y fallas y hacernos aceptos delante del Padre para vivir una vida de acuerdo a su instrucciones y de esta manera recibir las bendiciones (Deuteronomio 28:1). 

El Eterno nos declara justos a través de la sangre del Mesías y esto nos permite comenzar a transitar un camino de obediencia porque antes estábamos muertos y en maldición, pero gracias a este sacrificio fuimos redimidos de la misma y nuestro deber es permanecer en obediencia a la ley para así santificarnos, ya que sin santidad nadie vera al Señor (Hebreos 12:14), por consiguiente, el único instrumento de santificación es la ley o la palabra (Juan 17:17).

Debemos tener claro que la ley no es una maldición como algunos enseñan, pero la violación a la misma es caer en maldición, por eso vemos el mundo religioso no operando en las bendiciones del altísimo como resultado de la desobediencia a la ley.

La escritura misma expresa que maldito es todo aquel que desconozca y no confirme las palabras de la ley para obedecerlas (Deuteronomio 27:26, Juan 7:49).

El Mesías no se llevó la ley en el madero, sino que murió para redimirnos de las maldiciones que se activan en todos aquellos que desobedecen la ley; ley que el mismo Pablo dijo que era santa y los mandamientos justo, santo y bueno (Romanos 7:12). @jonathanor7