Por: Jonathan Colina
Shalom, cada vez
que comenzamos un nuevo año profético en el Padre celestial se hace tan
necesaria la meditación y reflexión en cada una de nuestras vidas y sobre todo
el hecho de evaluar nuestras acciones y decisiones que tomamos y otras que
dejamos de tomar. De alguna manera es menester de todo hijo reconocer sus
fallas, de lo contrario se convierten en un gran obstáculo; en un
Goliat que nos impide avanzar por el miedo que existe de no querer enfrentarlo
para bienestar nuestro.
Si hay algo que he logrado estudiar y me ha llamado la atención es que al acercarse la celebración de Pesaj, hay una instrucción celestial de sacar todo el jametz (levadura) que está en el hogar (Éxodo 12:15, 13:7, Deuteronomio 16:3-4) y de eta manera participar del Matzot (panes sin levadura) logrando así recordar la salida de la esclavitud egipcia para participar de la libertad que nos otorga el Padre y así servirle en espíritu y verdad.
Si hay algo que he logrado estudiar y me ha llamado la atención es que al acercarse la celebración de Pesaj, hay una instrucción celestial de sacar todo el jametz (levadura) que está en el hogar (Éxodo 12:15, 13:7, Deuteronomio 16:3-4) y de eta manera participar del Matzot (panes sin levadura) logrando así recordar la salida de la esclavitud egipcia para participar de la libertad que nos otorga el Padre y así servirle en espíritu y verdad.
El jametz representa la inclinación al mal, el
impulso al pecado, la hipocresía, el orgullo, el ego y la arrogancia-
jactancia. Así también los mismos sabios enseñan que la naturaleza del jametz
simboliza el rasgo de carácter de arrogancia e hipocresía. La matzá sin leudar
representa la humildad total. La humildad es el comienzo de la liberación y el
fundamento del crecimiento espiritual. Sólo una persona que puede reconocer sus
deficiencias, y someterse a una sabiduría más elevada, puede liberarse de sus
propias limitaciones. Cuando comemos matzá, interiorizamos la cualidad de
humildad como la esencia de la fe. No comiendo jametz, nos liberamos de la
arrogancia y el egocentrismo.
Por eso el llamado que hace Pablo a la comunidad de
Corinto al momento de celebrar la convocación de Pesaj:
“La jactancia de ustedes no es buena. ¿No han oído
el dicho: "sólo se necesita un poco de jametz para leudar toda la
masa?" Despójense del viejo jametz para que puedan ser una masa nueva,
porque en realidad ustedes están sin levadura. Por lo que nuestro Cordero de
Pésaj ya fue sacrificado. Vamos a celebrar el Seder, no con un jametz sobrante,
el jametz de maldad y perversidad, sino el matzá de pureza y verdad (1
Corintios 5:6-8).
Ahora bien, la diferencia que existe entre el
jametz y el matzá solo es el tiempo, pues los ingredientes son los mismos. Por
definición, la masa hecha de harina y agua que se deja por más de 18 minutos
antes de que esté completamente leudada se convierte en jametz. La matzá al ser
pan que no está fermentado, representa al hombre que controla sus pasiones, ya
que experimenta la dependencia al Padre y su carácter es obediente y
disciplinado.
En concordancia con ello, el mismo Mesias les dijo
a sus discípulos:
Guardaos del Jametz (levadura) de los fariseos, que
es la hipocresía (Lucas 12:1).
Cuidaos y guardaos del Jametz (levadura) de los fariseos
y saduceos (Mateo 16:6).
La levadura de los fariseos era la hipocresía, esos
que se creían más justos que los demás, que se sentían superiores a otros, que
colocaban cargas que ni aun ellos mismos pudieron llevar, que por un lado eran
legalistas pero que en ellos no había verdad, hasta el punto que fueron
llamados sepulcros blanqueados y que por dentro había inmundicia y maldad
(Mateo 23); de estos dijo el Mesias que nos guardáramos.
Es evidente que todo los que pertenecen al pueblo
del Eterno se encargan de cumplir con la instrucción de sacar todo el jametz de
su hogar, pero ¿hasta qué punto estamos tan comprometido de sacar el jametz que
hay en nuestras vidas?... de allí que el mismo Pablo nos invita a quitar esa
vieja levadura (jametz), para que solo seamos una masa nueva (matzot) delante
del Padre, sin hipocresía, arrogancia y orgullo; más bien practicando la verdad
y la pureza.
La vieja levadura es la hipocresía de aquellos que
creen ser más sabios que todos, que piensan que son mas santos que su prójimo,
que solo ven la paja del ojo de su hermano y lo critica, pero no ve la viga que
está dentro de sí mismo. Estos son los que se preocupan más por ver los errores
de los demás, pero no se preocupan por ver los suyos para enmendarlos. Estos
son los que se creen autosuficientes e independiente del Eterno, ya que piensan
que tienen los meritos para participar de la convocación, pero lamentablemente
no tiene tiempo para meditar en su vida y comprender que solo el Padre nos da
la oportunidad de rectificar y participar del seder con dignidad.
Así como en un momento fuimos liberados de la
esclavitud de egipto, así también por medio del Mesias fuimos liberados de la
esclavitud del pecado; sabiendo esto:
“que nuestro viejo hombre fue crucificado
juntamente con Él, a fin de que el cuerpo del pecado fuera desactivado para no
servir más al pecado. Porque el que murió, ha sido libertado del pecado. Y si
hemos muerto en el Mesias, creemos que también viviremos en Él; sabiendo que el
Mesias, habiendo sido resucitado de entre los muertos, ya no muere: la Muerte
no se enseñorea más de Él. Porque en cuanto a que murió, al pecado murió una
vez por todas, pero en cuanto a que vive, para el Eterno vive. Así también
vosotros, consideraos muertos al pecado, pero vivos para el Padre en Iehoshua
el Mesias. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, para que
obedezcáis a sus concupiscencias y tampoco presentéis vuestros miembros como
instrumentos de iniquidad para el pecado, sino presentaos vosotros mismos al
Eterno como viviendo fuera de los muertos, y vuestros miembros al Padre como
instrumentos de justicia” (Romanos 6:6-13).
Solo el Mesias nos da el merito de participar de
esta convocación por medio de su sacrificio que nos imparte la justicia de
Adonai, pero lamentablemente muchas veces somos hipócritas porque a la vista de
los hombres damos a conocer una gran condición espiritual, pero dentro de sí
cuando estamos en la presencia del Padre hay maldad y depravación, existe
hipocresía y orgullo, no hay verdad ni pureza, hay arrogancia y autosuficiencia
y por ningún lado emerge la humildad.
Si la justicia fue impartida en nuestras vidas ya
que fuimos crucificados en el Mesias, no podemos seguir esclavos al pecado, no
podemos participar de la mala inclinación, no podemos deleitarnos del viejo
hombre y las practicas hipócritas de su pasado.
Hoy más que nunca necesitamos ser dignos de la
justicia de Adonai, hoy más que nunca necesitamos probarnos, eso fue lo que el
mismo Pablo nos dijo: “Entonces, tan a menudo como comáis este pan y bebáis la
copa, la muerte del Mesias proclamáis hasta que venga. De manera que cualquiera
que coma el pan o beba la copa del Mesias indignamente, será culpable del
cuerpo y de su sangre. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo y coma así del
pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo,
juicio come y bebe para sí” (1 Corintios 11:26-29).
Debemos discernir lo que estamos celebrando, lo que
se anuncia en tan importante convocación. Debemos comprender que fuimos justificados
y que no podemos seguir esclavos del pecado ni con las practicas de nuestra
vida antigua. Es el momento de probar que es lo que hay en nosotros, de ser
sinceros con nosotros mismos y con el Padre que conoce todo. Tenemos que
investirnos de la justicia, verdad y pureza, echando a un lado la hipocresía y
jactancia que nos priva de celebrar la convocación dignamente.
Es verdad que sacamos todo el jametz de nuestras
casas, pero no olvidemos sacar todo el jametz de nuestras vidas. ¡SE HUMILDE
DELANTE DE LOS HOMBRES Y SERAS EXALTADO POR EL PADRE!
¡JAG SAMEAJ PESAJ! @jonathanor7