Por: Moréh Jonathan Colina
Shalom, en este tiempo profético que el Eterno nos ha permitido vivir ha sido de grandes exigencias y demandas como resultado del nivel de revelación que hemos adquirido mediante el estudio de la Torah.
Es evidente que a pesar de los errores, caídas, problemas, adversidades, luchas y tentaciones es menester seguir siendo esforzado y valiente, dándole valor y destacando el sacrificio del Mesías como ese cordero que fue llevado al matadero y aunque padeció humana y espiritualmente aprendió la obediencia y demostró ser sumiso a aquel que lo envió con el propósito de erradicar la expiación que solo cubría las faltas, para impartirnos la justicia celestial que las borra (Hebreos 5: 8, 9:11-14, 10:4-10).
Es por ello, que hoy no necesitamos la sangre de machos cabríos ni de becerros, tampoco necesitamos un gallo (Kaporet), porque de hecho, hasta para los Rabinos Najmanides y Iosef Caro fue considerado una práctica supersticiosa. Lo que si necesitamos es valorar la justicia celestial impartida a través del Mesías y aunque muchos no lo han podido disfrutar como resultado de un velo profético en su momento “mirarán al que traspasaron y lloraran amargamente” (Zacarías 12:10).
Lo que realmente no se concibe, es que nosotros que tenemos la revelación del Mesías y podemos disfrutar de su justicia somos los que muchas veces vivimos de espalda al Eterno y los que realmente no tienen ese honor y deben esperar un tiempo para realizar ciertas prácticas clamando sean perdonados y anhelando a un Mesías son los que tratan de vivir mayormente apegados a las instrucciones santas.
No obstante, para nosotros la comprensión de Iom Kipur no tiene que ver con la expiación ni cubrir nuestras faltas, sino que es un tiempo en el cual debemos rectificar nuestras vidas , reflexionar y meditar en cada una de nuestras acciones, reconciliarnos con nuestro Eterno Padre a través del perdón, pero también poder reconciliarnos con nuestros hermanos; poder perdonar y ser perdonados de manera directa como dicen nuestros sabios. De allí la importancia de confesar nuestras fallas delante del Padre celestial, pero también las fallas que cometimos en contra de nuestros hermanos.
Este es un tiempo tan importante para hacer Tefilah (oración introspectiva, autoevaluación), para meditar en las cosas malas que hacemos (Transgresión) y las cosas buenas que dejamos de hacer (Pecado), es por ello que cobra total relevancia el hecho de erradicar primeramente las culpas internas que no nos dejan vivir muchas veces, porque nos vemos arruinados y en total estancamiento; situación similar a que nuestra vida está en un desierto y totalmente vacía.
Cuantas veces no hemos cometido traición (beguidá); traicionamos al creador de vida, pues a pesar que El nos da conforme a sus riquezas en gloria, no le agradecemos, aun simplemente por el hecho de estar vivos es motivo suficiente para honrarle, exaltarle y glorificarle. Traicionamos y somos traicionados por nuestros hermanos y amigos. Que lamentable es que confiemos en alguien, que le tendamos la mano y de pronto recibimos esa puñalada por la espalda; que sea como dijo Shaul: “El Eterno le pague conforme a sus obras”.
Muchas veces practicamos el robo (Guézel), tomamos cosas sin pedir permiso o sin pagar por su valor, robamos el tiempo de muchas personas cuartándoles que puedan descansar, robamos el tiempo de intimidad que el Eterno se merece ya que somos considerados sus hijos, pero no nos comportamos como tal.
Hay momentos que hablamos con maldad (Dibarnu dofi), hablamos falsamente, mentimos, nos expresamos con palabras ociosas y obscenas que no causan edificación a los oyentes, más bien le causamos daño. Al parecer una cosa es lo que declaramos en la Kehila y la manera como nos comportamos y otra muy diferente a como somos en el entorno en la cual nos desarrollamos, con nuestros amigos y compañeros. Eso solo muestra la carencia de identidad que poseemos, porque una cosa es lo que pensamos, otra es como hablamos y otra muy diferente a como nos comportamos.
Hay circunstancias en la que deformamos lo que es recto (Ivut), lo que nos imparte rectitud, lo que nos hace más justos delante del Eterno y eso se expresa cuando nos hacemos la vista gorda al consejo, cuando nos cohibimos de aceptar la corrección, solo preferimos seguir nadando en medio de la necedad, sufriendo las consecuencias de la desobediencia, pero sacando cada vez mayor argumento y pretexto y así darle continuidad a una postura errada.
En ocasiones nuestras actitudes con similar a la de la gente malvada (Rashá), pero como estamos operando en una vida monótona, lo pasamos por desapercibidos hasta que nos vemos hundidos en el hoyo, pensado, hablando y actuando como el malvado; dicha identidad trae como consecuencia que el nombre del santo bendito, sea blasfemado por otros.
Que lamentable es que en medio de nuestra vida practiquemos lo malo a propósito (Zadón), que pequemos y transgredamos deliberadamente con premeditación y alevosía, ya que aun reconociendo que es malo incurrimos en ello, y otras cosas que son buenas no las tomamos en cuenta.
Del mismo modo, procuramos apropiarnos de algo de una manera incorrecta (Jamás), nos apropiamos de algo material que nos es nuestro, nos apropiamos de una posición y queremos cumplir un rol que no es el nuestro.
También existe un mal que persigue al ser humano y no lo deja descansar: esa es la mentira, se encuentra en todos lados paseando, queriendo ir en compañía de alguien. Es por ello que a veces nos juntamos con la mentira (Tafalnu Shéker), pero es hora de divorciarnos de ella y casarnos con la verdad. El mismo Iehoshúa dijo que ha satán es padre de mentira (Juan 8:44).
Quizás en oportunidades hemos dado malos consejos (Iaatznu ra); ya que los mismos han sido más por el deseo de nuestra alma no procesada, y no de lo que pueda fluir del hombre espiritual (Neshamah). Lo más triste es que muchas veces hemos dado consejos a aquel que lo necesita, pero no nos damos consejos a nosotros mismos para nuestro bienestar.
En algunas oportunidades nos hemos burlado (Latzón) de las cosas que realmente deberíamos haberla tomado en serio; nos burlamos de los asuntos espirituales que son de gran importancia, nos burlamos del ser humano, de una persona enferma o anormal (sin brazo, sin piernas, enano, sin dedos), de los niños especiales, de las persona que llamamos “fea”, nos burlamos de nuestros Padres con mofa cuando nos corrigen; lo triste es que con esa actitud estamos maldiciendo, desacreditando, injuriando, menospreciando, ridiculizando. Todos somos iguales delante de los ojos del Santo de Israel, lo que cuenta y tiene mayor valor es la esencia y lo espiritual de la persona, el cuerpo y la apariencia es pasajera en este sistema.
En cuantas circunstancias no nos hemos dejado guiar por nuestra mala inclinación (Iétzer hará), para cumplir nuestros deseos carnales y satisfacer nuestras pasiones, pero lo triste es que nos hacemos de la vista gorda como si no ha pasado nada y todo marcha bien. Todas esas acciones provocan el enojo del Eterno, pero aun así el permanece fiel. Aunque nos desviamos y caigamos El siempre nos levanta por amor a su gran nombre.
Son tantas veces que nos revelamos al no reconocer la verdad de su Torah, son tantas las veces que le hemos hecho daño a nuestros hermanos; es momento de pedirles perdón. Hemos endurecido nuestra mente y corazón, hemos sido tercos con nuestra vida y salud y a pesar que entendemos que sufrimos las consecuencias por nuestras malas acciones y decisiones, aun no llegamos a aborrecer lo malo ni a amar lo bueno para dar fruto genuino de arrepentimiento (Teshuvah).
El Rambam (Maimónides), nos enseña que la Teshuvah es cuando el trasgresor abandona el pecado y lo extirpa de sus pensamientos.
-Decide en su corazón que no lo volverá a hacer en el futuro.
-Se arrepiente de lo que hizo en el pasado.
-Confiesa de manera verbal sus malos actos ante Hashem y formula una resolución verbal respecto al futuro.
-En relación a los pecados contra otras personas: se debe devolver todo lo que se debe y pedirle perdón a la otra persona.
(Hiljot Teshuvá- Las Leyes del Arrepentimiento, 2:2, 9)
Si eso no es así, entonces no hay teshuvah, solo un remordimiento de conciencia que no nos lleva a cambios profundos.
Por eso, hemos sido corruptos a través de la idolatría y todo lo relacionado con relaciones prohibidas o acciones inmorales. El principio de la idolatría (Avoda Zarah) es quitarle la honra al creador de vida y muchas veces colocamos nuestras posiciones orgullosas y celosas en un altar, antes que la instrucción santa.
Asimismo a veces nuestra familia, hijos, esposa y amigos tratan de quitarle la honra al Padre, y eso se expresa al momento de darle prioridad a las cosas. Nuestro Rabí dijo: El que no deje padre, madre, hijos, hijas por mí, no es digno (Mateo 10:37).
Por eso, hemos sido corruptos a través de la idolatría y todo lo relacionado con relaciones prohibidas o acciones inmorales. El principio de la idolatría (Avoda Zarah) es quitarle la honra al creador de vida y muchas veces colocamos nuestras posiciones orgullosas y celosas en un altar, antes que la instrucción santa.
Asimismo a veces nuestra familia, hijos, esposa y amigos tratan de quitarle la honra al Padre, y eso se expresa al momento de darle prioridad a las cosas. Nuestro Rabí dijo: El que no deje padre, madre, hijos, hijas por mí, no es digno (Mateo 10:37).
Otro mal nuestro es ser mezquino con las cosas, con lo material, simplemente nos hemos creído dueño de “nuestras cosas”, no administrador de los bienes de aquel que es dueño del oro y la plata. Hemos cerrado nuestras manos para no dar acto de justicia (Tzedakah), aun cuando en esta convocatoria se destaca el hecho de ayudar al prójimo con lo que HaShem nos ha bendecido.
Nos hemos descarriado, hemos sido rebeldes y obstinados con la alimentación que el creador nos brinda, hemos comido cosas prohibidas, no aptas, pero también nos hemos negado a la alimentación sana y balanceada, por simplemente comer con los ojos y darle exaltación al gusto, mas no a la disciplina que es hacer lo que debemos y no lo que queremos. Y dice la escritura que el que sabe hacer lo bueno y no lo hace le es pecado (Santiago 4:17).
Los Sabios nos dicen: “Si hiciste paquetes de pecados, ahora haz paquetes de buenos actos” (Rabá 21:4). Si tus piernas corrieron para cometer transgresiones, ahora corre para cumplir mitzvot (mandamientos). Si tu lengua mintió, ahora usa tu lengua para decir la verdad, para hablar de sabiduría y de enseñanzas de bondad. Si tu mano derramó sangre, entonces abre tu mano para darle a tu hermano necesitado. Si una vez provocaste peleas, ahora busca la paz (Rabenu Iona, Shaarei Teshuvah 1:35).
Que este tiempo de rectificación, reparación y corrección (Tikun Nefesh) podamos enmendar las faltas que hemos cometido y así darle mayor valor a la sangre del Mesías.
Que este ayuno de Iom Kipur nos ayude a afligir nuestras almas y fortalecer nuestro ser espiritual, recordando siempre que un ayuno sin Tefilah (Oración), Teshuvah (Arrepentimiento) y Tzedakah (actos de justicia) es una acción estéril (Isaías 58:1-12).
¡JAG SAMEAJ IOM KIPUR! @jonathanor7