Por: Jonathan Colina
Shalom, hoy día el ser humano carece de agradecimiento, aun por el simple hecho de estar vivos no les parece suficiente para honrar y exaltar a su creador, más bien quejándose en todo momento, ignorando que están en mejores condiciones que otros. En todo momento vemos personas cayendo en este acto de inconformidad, quizás por no encontrar resultados favorables en su vida, pero de alguna manera nunca tratan de buscar una solución, una respuesta, prefieren seguir tomando decisiones fracasadas y a pesar lo que están viviendo prefieren seguir sufriendo y utilizando una falsa cara de felicidad, desplazando la culpa a otros y no asumiendo su responsabilidad, pues nadie tiene la culpa de lo que estás viviendo.
Por ende surgen las quejas como resultado de la inconformidad, la ingratitud, e injusticia, sin embargo basta con saber que el padre celestial le plació darte la vida y así vivir de manera plena y digna, El no tiene culpa de tus quejas, de tus carencias y necesidades, entonces ¿Por qué se queja el hombre viviente? Sufra el valiente si cometió pecado (Lamentaciones 3:39).
Son muchas las personas que se creen valientes pero cuando llegan los problemas y conflictos flaquean, se vuelven débiles, fáciles de perder la paz, entonces en medio de ello al no ver una salida toman decisiones apresuradas, dejando de buscar la dirección del Padre celestial para hacer lo bueno y de propósito. He allí cuando debe quejarse de sus fallas, de sus malas decisiones, para buscar ser una persona de propósitos, que se goza de lo porvenir porque su esperanza esta puesta en el Eterno, pero no una esperanza ficticia como la creen muchas personas, sino la esperanza que está en el Padre celestial al cumplir nuestro propósito y alcanzar nuestra meta aunque hayamos peleado la buena batalla. Por otro lado, es importante saber ¿cuántas veces nos quejamos al mes?, o mejor aún, ¿cuántas veces nos quejamos al día? Nos quejamos de la comida que prepara nuestras madres con tanto amor, del clima, de la crianza, de la enfermedad, del profesor, del presidente, de pronto no me gustó como me trató el pastor (que también es humano y puede equivocarse) y comienzo a quejarme de él, y es que el Eterno ha sido sumamente injusto conmigo y nos quejamos del Padre celestial, sin darnos cuenta que podríamos estar atentando contra el espíritu de santidad.
Por ello el ser humano tiende a no valorar las cosas y ser agradecidos es valorar las cosas, no sé si te ha pasado pero a veces ¡nos quejamos por todo!, pero dar gracias muchas veces es algo que muchos les cuesta hacer, si aun con los que nos rodean no lo hacemos, ni siquiera al Eterno que fue el autor de nuestras vidas.
Hay tantas cosas que agradecer en esta vida, hay que aprender a ser agradecidos, a valorar las cosas por muy insignificantes que parezcan, pero lo que muchas veces no comprendemos es que estamos en mejores condiciones que otros; de pronto una persona que va en un autobús de lo muy tranquilo, pero cuanto nos damos cuenta poseen muletas por carecer de una pierna, y nosotros nos quejamos a pesar de tener las dos piernas. Personas que charlan de los mas alegre, pero de pronto nos damos cuenta que son ciegos, y nosotros nos quejamos a pesar de tener la vista. Gracias Eterno porque nos distes manos para utilizarlas y muchas veces tocamos lo que no es, gracias porque nos diste piernas y muchas veces caminamos a lugares erróneos, gracias por mostrarnos que hay personas que tienen menos pero que son más agradecidos y viven gozosos porque te tienen a ti.
Entonces no hay motivos para quejarnos, y si de alguna manera lo hacemos, quejémonos de las malas decisiones, los errores, la maldad e injusticia, logrando así ir en pos de la paz y haciendo el bien delante los ojos del Rey.
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