sábado, 29 de octubre de 2011

¿Qué tanto amas a tu hermano?


Por: Jonathan Colina

Shalom, desde que nacimos se nos ha enseñado que uno de los mandamientos de Padre celestial es “amar al prójimo como a nosotros mismos”, pero una vez que entramos en este camino de redención tal mandato comienza a tomar forma y a comprenderse en mayor proporción, mas sin embargo casi siempre en pensamientos, palabras y no hechos. 

Debemos entender que el amor se expresa en hechos contundentes, que demuestren que lo nuestro no es un asunto de palabras sublimes sino de obediencia al creador, no es simplemente decir hermano como una muletilla que a veces es movida por la hipocresía y el engaño, es demostrar que ese hermano es de gran valor, por tanto debo atenderlo y velar por su vida. Muchas veces nos convertimos en personas crueles, desconociendo la vida de aquellos que llamamos hermanos; no sabemos si está pasando por necesidades, si carece de alguna ayuda, si ese hermano pudo comer en el día, si necesita algunas medicinas, si le hace falta ropa o zapatos o no tiene dinero para trasladarse a la congregación. Somos tan indiferentes con nuestros hermanos, que ni siquiera le enviamos un mensaje para saber como esta, o en algunos casos porque ha estado ausente por algunos días, sin embargo nos hacemos tal pregunta, pero quizás haya faltado por las necesidades antes mencionadas. El Mesías dijo claramente que amemos al prójimo como a nosotros mismos (Lucas 10:27), ahora bien, ¿de esa manera nos amamos nosotros?, ¿será que nosotros somos indiferentes si comemos o no? ¿Si no compramos las medicinas cuando estamos enfermos?, ¿si no compramos ropa y zapatos cuando nos hace falta?...

 Recordemos que así como te amas a ti, debes también amar a tu prójimo, así como satisface tus necesidades, no te olvides que existen personas que tú llamas hermanos que también poseen necesidades y debes ayudarle. Cuanto nos agrada hablar de los primeros creyentes en Hechos 2, pero no nos gusta experimentar y vivir lo que ellos vivieron. Es evidente como existía el temor al Eterno, de esta manera evidenciaban la obediencia al guardar los mandamientos del creador, pues sabían que amar al prójimo era tan importante que vendían sus propiedades y la repartían según la necesidad de cada uno (Hechos 2:45), pero ¿cuántos hoy día pueden hacer lo mismo? Para muchos lo importante es satisfacer sus propias necesidades, para otros luchar por alcanzar sus deseos y deleitarse en la senda de la vanidad. Muchos reconocen la necesidad de su hermano pero aun teniendo como ayudarle se hacen la vista gorda, no podemos negarle el bien a quien necesita, no podemos decirle que le ayudaremos luego cuando tenemos al momento como hacerlo (Proverbios 4:27-28). 

Debemos contribuir para suplir las necesidades de los santos, teniendo un mismo propósito en común, no creyéndonos más que nadie y echando a un lado la vanidad; amándonos unos a otros con amor fraternal(Romanos 12:10-16). El mismo Padre Eterno nos mando a guardar nuestro corazón de la mezquindad y de esta manera poder ayudar al hermano, hacerlo sin mala gana  y como resultado de ellos seriamos bendecido y prosperado en todo lo que emprendamos (Deuteronomio 15:8-10). 

Lamentablemente nos hemos vuelto pura letra, muchas palabras pero los hechos suelen no hacerse evidentes, nos hemos sumergidos en la apatía, dureza e  insensibilidad, no recordando que el amor es el vinculo perfecto y que debe experimentarse sin fingimientos (Colosenses 3:14-15), solo con acciones reales al respetar, valorar, estimar, cuidar y de esta manera como familia; como una casa, poder percibir el amor del Padre, bien dijo Pablo:Nada hagan por rivalidad o vanagloria; antes bien, en humildad, estimando cada uno a los demás, como si fueran mejores que ustedes, pongan la mira en los intereses de los otros y no solamente en los de ustedes”( Filipenses 2:3-4). Todos debemos trabajar como miembros  de un mismo cuerpo, bien unidos y entrelazados y de esta manera crezca y se edifique en amor (Efesios 4:16).  

No es saber mucho de amor, es vivir en amor, no es hablar de hermano, es tratarlo como tal, no es tener un don, ni comprender los misterios o conocer todas las verdades, es tener amor y demostrarlo al prójimo, de lo contrario nada eres (1 corintios 13:2). Recuerda que el rey justo dijo que nunca dejará de haber necesitados en la tierra, por lo cual nos mando a abrirle nuestras manos para ayudarlos (Deuteronomio 15:11). En fin, el amor no le hace mal al prójimo; porque el amor es el cumplimiento de la Torah (Instrucción del Creador).

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