Shalom, desde que nacimos y nos desarrollamos, hemos sido enmarcado con una familia, la cual muchas veces no cumplen el rol de tal expresión, quizás porque todavía no han llegado a comprender la magnitud de la misma, otros porque simplemente les cuesta asumir, quieren ser autosuficiente sin relacionarse con nadie, o porque le gusta más compartir con otros que con la propia familia. Pero lo triste de todo ello, es que teniendo nuestra familia biológica ¿Por qué contamos mas con las personas que no son nuestra familia? Tenemos nuestra familia biológica y al mismo tiempo no la tenemos; es decir simplemente la tenemos de nombres, pero de hechos no existen… Es lamentable todo ello, porque muchas veces compartimos, y recibimos ayuda de aquellos que son amigos. Estamos es un mundo al revés, muchos desearían tener una familia, y aquellos que la tienen no la valoran. ¿Por qué llegar a tal acción? Lo curioso de esto es que, en muchos casos con tu familia biológica es con la que mas tienes problemas, siempre tienen la mano cerrada para ayudarte, nunca cuentas con ellos, es aquella que te aborrece y te desea el mal, haciéndote la vida imposible, se alegran cuando tus problemas y hasta piensan que te lo mereces ¿esa es tu familia? (Miqueas 7:5-6). Muchas veces nos preguntamos el porqué no tenemos familia, quizás la tengamos lejos, o son pocos, o por discusiones se han alejado; lo importante de una familia no es un lazo de sangre, es un lazo que nos une más allá de la distancia, del dolor, del gozo, de los momentos gratos que pasen juntos; Lo importante de ello, es que ADONAÍ YIRE (El proveedor) siempre está atento a llenar todos aquellos vacios que sus hijos poseen, en este caso la provisión de una verdadera familia, aquella en la que encuentras calor, afecto, comprensión, en algunas ocasiones corrección pero con amor, alegría, comunicación, es la que te cuida, estando atento a ti para ayudarte y tenderte la mano. Nuestra verdadera familia es aquella que nos atiende, nos comprende, nos cuida, nos entrega su confianza, su amor, su cariño, el tiempo, las risas, los llantos, es aquella con la que compartimos tanto momentos buenos y malos, aunque no mantengamos lazos de sangre, los lazos espirituales y de hermandad son mucho más fuertes, la unión que se encuentra en ella y el amor, lo hace llevar el nombre de FAMILIA; todos pensando un mismo propósito, una misma visión, proyectos y metas, lo más importante haciendo la voluntad de Dios, por ende Iehoshúa declaraba : “todo el que hace la voluntad de mi padre celestial, ese es mi hermano, hermana y madre” (Familia). Sinceramente comprendí que no solamente nuestra “familia” es la de sangre, sino que nuestra VERDADERA FAMILIA es la espiritual, otorgada por nuestro padre celestial, por ende es importante valorarla, estando unidos en una misma visión, para alcanzar el propósito por el cual fuimos creados. Lehitraot!
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