Parashá Jaié Sará (Vida de Sará)
Parashá 05 del Sefer Bereshit (Génesis)
Parashá 05 de la Torah
Por Moréh Jonathan Colina
«El alimento del cielo que nutre nuestro Neshamá»
Torah: Génesis 23:1-25:18
Haftara: 1Reyes 1:1-31
Ketuvim: Lucas 9:57-62
Esta semana estaremos estudiando la Parashá Jaié Sará, el cual traduce como la vida de Sará.
Esta porción comienza de la siguiente manera:
Génesis 23:1-2 Y vivió Sará ciento veintisiete años. Tantos fueron los años de la vida de Sara. Y murió Sara en Quiriat-Arba, que es Hebrón, en tierra de Canaán, y acudió Abraham para hacer duelo por Sará y llorar por ella.
Cuando nosotros leemos este texto originalmente en la Torah dice: *La vida de Sará fue cien años, veinte años y siete años; los años de la vida de Sará.*
Y es bastante curiosa la forma de redacción, puesto que en las versiones vemos ciento veintisiete años. Pero, ¿a qué se debe esto?
De acuerdo a un manuscrito del texto de Rashí la idea original dice que Sará a la edad de cien años era tan pura en su espiritualidad y moral como a la edad de los siete años. Quiere decir que ella vivió las tres etapas de su vida sin contradicciones y en perfecta armonía.
De allí que aunque esta Parashá se llame la vida de Sará, es curioso que lo que habla es de su muerte y posterior entierro.
Quiere decir que lo más importante en la Torah no es cuando nacimos, sino la forma como vivimos y sobre todo la condición en la que morimos.
De allí la importancia de vivir y no simplemente existir. Por eso Sará decidió vivir sus días y no simplemente estar en este mundo por estar. Al punto que recalca que *tantos fueron sus años*, pero es curioso que existieran personas antes que ellas que incluso vivieron más años que ella.
La idea que nos quiere plantear la Torah, es que la cantidad de años vividos no se refiere a la edad en sí, si no a la calidad de tiempo vivido.
Se puede tener muchos años de vida, pero no necesariamente eso indica que vivamos la vida como la vivió Sará.
Porque de hecho, se puede ser más joven y vivir la vida mejor que la de una persona envejecida que solo existió en su vida.
El Talmud también dice que todos los años de Sará fueron iguales en términos de bondad a pesar que Sará sufrió 90 años de esterilidad y fue secuestrada dos veces.
El significado de esto es que ella no se enfocó en lo que sucedió, Sará vivió cada momento como una oportunidad para aprender, para crecer, para mejorar y cumplir su propósito. Y aunque no veía el cumplimiento de lo que había sido declarado proféticamente sobre ella y su familia, de igual manera se aferró al Eterno más allá de sus fallas y momentos de incredulidad y supo esperar.
Pero esa espera no fue un motivo para estancarse o quedarse paralizada, al contrario sigo luchando hasta el final, hasta no ver cumplida la promesa.
Para ella el tiempo fue un gran regalo que aprovechó a máximo, ella entendió que el tiempo es el recurso más valioso que podemos tener y que no debemos malgastarlo, al contrario, usarlo en función de nuestra espiritualidad.
Por eso el salmista expresa como un pedido hacia el Eterno que le enseñe a contar los días.
Salmos 90:12: Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.
Y contar los días no es alegrarnos por los años que llevamos, no es contarlo de forma numérica, contar los días tiene que ver con sumar o agregar lo espiritual a nuestra vida, con centrarnos en cada segundo vivido en añadir recursos celestiales que repercutan para un propósito eterno.
El modo como llevamos cada día reflejará el nivel de sabiduría que poseemos o por el contrario, el nivel de necedad e insensatez.
Efesios 5:15-17: Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.
Para ello es necesario ser diligentes y saber que el tiempo perdido no lo podemos recuperar, que lo que dejamos de hacer hoy nos puede costar en nuestro desarrollo espiritual.
Colosenses 4:5 Andad sabiamente para con los de afuera, no malgastando el tiempo.
Malgastar el tiempo es emplearlo en cosas que no repercuten en nada, que no trascienden hacia una elevación espiritual.
Por eso los sabios dicen *que matar el tiempo es un suicidio espiritual*, porque al no aprovechar el tiempo en función de nuestra espiritualidad, estamos suicidando nuestra vida espiritual, al parecer vivos para este sistema y muertos en el Eterno y eso no lo podemos negociar.
Cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día y cada año es sumamente valioso. Cuando aprovechamos cada día en función de nuestra elevación espiritual, le estamos sumando valor a nuestra vida. El hecho de no valorar los días, estamos demostrando que nuestra vida no tiene valor.
No podemos permitir que los días se nos vayan haciendo mucho por todos y nada por nosotros. Porque a la verdad este sistema pasara, pero lo que si va a trascender es lo que nosotros hicimos cada día en función de agregar a nuestra espiritualidad.
Eso lo entendió tanto Avraham, que al igual que Sará decidieron con cada día vivido trascender y dejar una huella para cada generación y para le eternidad.
Génesis 25:7-8 Y estos fueron los días que vivió Abraham: ciento setenta y cinco años. Y exhaló el espíritu, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de años, y fue unido a su pueblo.
Llenos de años, llenos de días, quiere decir que no hubo ningún momento en la cual este gran patriarca haya malgastado el tiempo porque fueron días en plenitud: aprendió a sumar, aprendió a vivir, aprendió a valorar y cumplió su encomienda.
Esta Parashá nos enseña a poder valorar nuestra vida y el tiempo que el Eteno nos da, porque ye después de muerto no podremos hacer nada, pero cuando entendemos el significado de aprovechar bien los días, entonces sabremos que la muerte simplemente es un dormir con la esperanza de despertar por la promesa de resurrección que reposa en aquellos que viven en El y aprovechan los días en el Eterno, en su Torah y en el cumplimiento de nuestro propósito en este mundo
Por lo tanto, debemos trabajar para que nuestra vida deje huellas imborrables, donde esto se traduzca en un testimonio, inclusive más allá de nuestra muerte.
No es cuando nacemos lo importante, sino como vivimos y en que condición lo hacemos, de allí el valor de la vida y los días.
Shabat Shalom
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