lunes, 3 de junio de 2019

La Humildad nos conduce al honor



Moréh Jonathan Colina

Esta quinta semana de la cuenta del omer, seguimos evaluando aspectos de nuestras vidas que nos permitan lograr esa refinación personal y de esta manera estar en mejor condición para el recibimiento de una Torah que nos permitirá seguirnos santificando. 

El midot de esta semana tiene que ver con Hod, el cual está conectado con humildad y esplendor. En hebreo este término también lo traducen como honor, honra. Quiere decir que una persona humilde siempre le persigue el honor y la honra del cielo. Pero también no hay mejor esplendor que una actitud humilde, al punto que dicen los sabios que la persona humilde es querida en el cielo. 

De hecho, también se enseña que en la época del templo a través de los sacrificios se expiaban los pecados, sin embargo el conducirse humildemente equivalía a ofrecer todos los sacrificios. 

De allí que nuestro esfuerzo debe ser por ser cada vez más humildes. Por el contrario, una persona que siempre busca el honor, dicen los rabinos, que el honor huye de él. De allí que la humildad es reconocer que no nos merecemos nada, que todo viene del cielo y lo que recibimos es porque a Él le place y no por nuestros esfuerzos. Una persona que diga que todo lo que obtiene es por su mano, simplemente demuestra que carece de humildad. 

Proverbios 16: 18 - 20 Antes del quebrantamiento es la soberbia, Y antes de la caída la altivez de espíritu. Mejor es humillar el espíritu con los humildes Que repartir despojos con los soberbios. El entendido en la palabra hallará el bien, Y el que confía en Adonai es bendecido. 

La falta de humildad es el camino del orgulloso, y solo trae sobre su vida perdición y dolor. Inclusive el Talmud sota 4b nos enseña que quien se enorgullece reniega de Adonai. Una persona que actúa con soberbia simplemente le persigue el quebrantamiento. A veces el mismo Eterno deja que el hombre se siga enorgulleciendo y llegue a una altura más elevada, para que de esa misma altura entonces el mismo Eterno lo deje caer. 

Una persona humilde es una persona que reconoce sus errores y busca siempre enmendar sus faltas. Por el contrario, una persona orgullosa no reconoce sus faltas y cree que su vida siempre está bien y no necesita cambiar. 

La humildad es reconocer que somos personas falibles y esto no debe verse como un asunto de debilidad o falta de autoestima. Al contrario, la humildad nos permite entender que es necesario esforzarnos cada día por ser mejores. 

Humildad es comprender que no eres ni menos que nadie, ni más que nadie, simplemente eres lo que el Eterno te ha dicho que eres. Por eso Pablo dice que no debemos tener un alto concepto de nosotros mismos. 

Romanos 12:3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, *que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener*, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Elohim repartió a cada uno. 

A veces creemos que somos mejores que otros y con ese concepto buscamos pisotear a los demás. Pensamos que somos nosotros lo que nos merecemos las cosas y no los demás. Solo queremos que nos oigan a nosotros y no oímos a los demás. Lo que importa son nuestros planes y objetivos y no tomo en cuenta los objetivos de otros porque a mi juicio son menos importantes. 

Es tanto así que a veces hasta la forma de hablar, mirar, vestirse, actuar y hasta caminar pudiera reflejar ciertos rasgos de altanería o altivez. Ignorando que el mismo Shuljan aruj dice que todo aquel que recorre tan solo cuatro pasos en forma altanera, se aleja de él la presencia celestial. Y esto es bastante delicado, pero se debe a que el orgullo ciega a la persona, insensibiliza su corazón, le impide sentir la grandeza del creador y le quita el temor al Eterno. Y viendo todo esto es como si el mismo creador dijera: él orgulloso y yo no podemos convivir. 

El RaMJal nos enseña que una persona humilde lo demuestra cuando se comporta con sencillez, cuando puede soportar en silencio los agravios, cuando siente respeto por la autoridad y huye del honor y sobre todo cuando honra al prójimo porque le da su lugar. 

1 Pedro 5:5 …revestíos de humildad; porque: Elohim resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Elohim, para que él os exalte a su tiempo; 

Con esta cita aprendemos que el Eterno le coloca resistencia y negación a los soberbios, mientras que su favor y ayuda siempre está en los humildes. De igual manera, la única manera de ser exaltado por el Eterno es simplemente cuando somos humildes para humillarnos en su presencia y cumplir su voluntad. 

No es necesario que te exaltes o busques que te exalten, porque esa búsqueda que deseas siempre huira de ti. La mejor actitud es humillarnos y ser humildes, al punto que nuestro Rabi Iehoshúa nos enseña que quien se enaltece será humillado y quien se humilla será enaltecido. 

Y creo que tanto de Mashíaj, como de Moshé debemos aprender esa cualidad, ya que ambos la tenían en su máxima dimensión. Dice la Torah que Moshé era el hombre más humilde de toda la tierra y acerca de Mashíaj en la persona de Iehoshúa era alguien manso y humilde de corazón. 

Esa misma actitud de mansedumbre y humildad fue lo que les permitió llegar a ser lo que son hoy día y representan para nuestras vidas y la redención. Esa cualidad humilde en ambos es lo que los conecta con el honor y la honra que les da el Eterno, a uno lo exalta a ser el redentor de un pueblo esclavo, al otro de igual manera lo exalta hasta lo sumo para ser en una primera etapa el cordero y sumo sacerdote y en otra etapa el rey que viene a redimir a su pueblo y otorgarle el reino. 

Santiago 4: 10 ¡Humillaos en la presencia del Señor, y Él os exaltará! 

Proverbios 29: 23 La soberbia del hombre lo humillará, Pero el de espíritu humilde recibirá honra. 

No debemos buscar para nosotros grandeza, solo buscar servir al eterno, ser humilde, buscar su presencia, obedecer su palabra y honrar al prójimo. Del resto, simplemente se encargara El. No olvidemos que cuando solo buscamos ser humildes, entonces el honor y la honra nos persiguen. Dejemos que sea El quien nos exalte y no nosotros ni mucho menos los hombres. 

Que Adonai nos ayude cada día a sacar todo orgullo, ego, altivez, arrogancia, altanería y prepotencia de nuestras vidas para que solo seamos una masa pura de humildad. 

Shalom y bendiciones



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