lunes, 3 de junio de 2019

Reflexión Parashá Bamidbar: Después del desierto viene lo mejor





Parashá Bamidbar (En el desierto) 
Parashá 01 del Sefer Bamidbar (Números) 
Parashá 34 de la Torah
Moréh Jonathan Colina 

Torah: Números 1:1-4:20
Haftara: Oseas 2:1-11
Ketuvim: 1 Corintios 12:12-15

Esta semana estaremos estudiando la Parashá Bamidbar, la cual traduce “en el desierto”. Con esta Parashá damos inicio al cuarto libro de la Torah llamado bamidbar, que en español es conocido como Números, puesto que se trata el censo de los israelitas. 

Es interesante que este libro se llame en el desierto y es precisamente el lugar donde el Eterno trataba con su pueblo y les reveló las palabras de vida (Torah). Con esto el Eterno nos está enseñando, que aun en el desierto Él siempre se hace presente y este lugar desértico viene a transformarse en el escenario perfecto para recibir todo aquello que viene para nuestra propia transformación y cambio. 

La expresión para desierto en hebreo es midbar y también significa pastizal, pastorear y es precisamente en el sentido de arrear el ganado. Esto guarda relación con lo que dice el salmista: 

Salmos 78:52 Hizo salir a su pueblo como ovejas, y los llevó por el desierto como un rebaño. 

El valor numérico de la expresión bamidbar es 248 y 248 son los mandamientos positivos que están en la Torah. Con esto aprendemos algo sumamente importante y es el hecho que en medio del desierto debemos seguir enfocado en hacer lo bueno, ya que esto nos acerca al Eterno. Por el contrario, cuando apartamos nuestros pasos de la obediencia y dejamos de hacer lo bueno, entonces es considerado una falta (pecado). 

Midbar también se relaciona con la expresión Dabar, el cual significa palabra, hablar, declarar, aconsejar, dirigir. Quiere decir que en el desierto es donde el señor se hace presente para declarar su palabra, para hablarnos, para tomarnos de la mano y así dirigirnos hacia su camino. Así como el desierto fue la etapa previa a la tierra prometida, nuestros desiertos serán la etapa previa al reino de los cielos (Maljut Ha Shamaim). 

Para ello es necesario afirmar nuestros pasos en la dirección correcta, en el camino trazado por el Eterno para nuestras vidas. Así como el Eterno se revela en el desierto para hablarnos, así también en el desierto, El espera de nosotros que respondamos con sus palabras, El espera que en medio de lo difícil del desierto podamos actuar apegado a la revelación que hemos recibido de Él y eso es lo que debemos aprender de Iehoshúa cuando fue llevado al desierto para ser tentado. 

Mateo 4:1 Entonces Iehoshúa fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.

El desierto viene a convertirse en ese campo de entrenamiento donde debe aflorar lo mejor de nosotros. Allí es donde libramos grandes batallas, donde somos probados pero a la vez tentados, allí es donde debe surgir desde lo más profundo de nuestro ser la espiritualidad que se verá reflejada en el apego al Eterno y su Torah, por eso cada respuesta de Iehoshúa para contrarrestar los ataques del maligno fue: …”escrito esta”, “escrito esta”. 

La frase “escrito esta” no solo refleja el nivel de conocimiento, sino también el nivel de revelación y sobretodo el apego y conexión con el Señor y su palabra. Con ello estaba reflejando su compromiso con el Padre a quien sirve. 

En el desierto es donde son guidas las ovejas por sus pastores, allí es donde las ovejas oyen la voz de su pastor para poder llevarlas al camino que él desea. Así que en el desierto es donde debemos oír la voz del Señor, por eso Iehoshúa dice: mis ovejas oyen mi voz y me siguen (Juan 10:27-28). 

EL desierto es una tierra desértica donde solo hay rocas y arenas, donde no hay agua ni alimentos, donde solo hay calor y somos expuestos al caliente. En el desierto es donde no valemos nada, donde solo estamos nosotros y el Eterno, donde no hay nada material, solo la naturaleza creada por nuestro Padre. De allí que el Midrash Bamidbar Raba 1:7 nos dice que cualquiera que no puede hacerse a sí mismo sin dueño así como el desierto, no puede adquirir sabiduría ni Torah. 

Por eso la Torah se revela en un desierto, para que no haya ningún impedimento que sea justificable para no obedecerla. Esto nos enseña que aun en tus peores momentos de desierto, igual debes apegarte a ella para vivirla. Aun en momentos calientes, ella será tu bálsamo. En tus momentos de soledad el Eterno será tu compañía y en situaciones donde no te quede nada material, allí igual debes gozarte porque quien da valor a tu vida no es lo material, sino lo espiritual. 

Deuteronomio 8:2 Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Adonai tu Elohim estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. 

En el desierto es donde se refleja lo que internamente poseemos, allí es donde somos afligidos y probados para ver si realmente obedecemos o simplemente damos la espalda. Pero debemos entender que una persona que abandona al Eterno en su desierto, no merece entrar a la tierra prometida. 

La tierra del desierto, esa tierra de insuficiencia, donde humanamente falta agua y alimento, es la tierra donde recibimos más del Eterno, donde le conocemos más a profundidad, donde Él se muestra para manifestar su gloria. 

Deuteronomio 8:15-16 que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua de la roca del pedernal; que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien 

Los desiertos aunque quizás humanamente no es lo más agradable es el escenario perfecto utilizado por el Eterno para disciplinarnos, para formarnos, para entrenarnos, para sacar lo mejor de nosotros. 

En nuestros desiertos tenemos que vivir cosas aparentemente espantosas, debemos caminar aunque en el momento no tengamos agua ni alimentos, debemos confiar a pesar de los temores y peligros, debemos aprender a depender en aquel que nos sustenta y nos seguirá sustentando por amor a su gran nombre. 

Debemos seguir esperanzados en aquel que nos provee, porque aun el desierto el agua fluye de la roca y el mana cae del cielo. Aun en el desierto Él es y seguirá siendo nuestro Padre. 

Nuestros desiertos no serán eternos, pero el reino de aquel que es Eterno si lo es. Por eso es necesario en la vida pasar por desiertos, porque es la mejor antesala para luego entrar a la tierra prometida, al reino del Eterno. 

Por eso, en nuestros desiertos sigamos obedeciendo, sigamos siendo fieles, esperando en que el Eterno cumpla su palabra, porque después del desierto viene lo mejor. 

Shabat shalom. @Jonathanor7




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