domingo, 4 de mayo de 2014

¿Hasta cuando vivirás del pasado?

Por: Jonathan Colina

Shalom, si hay algo tan necesario en la vida de toda persona es enfocarse siempre en lo que esta adelante, en aquello que está por venir cuando nos esforzamos y somos valientes para construir un presente de manera sabia, tomando en cuenta que la sabiduría proviene del Padre celestial cuando le tememos y le buscamos para agradarle. El asunto de todo esto es que las personas de alguna manera han experimentado tantas cosas en su vida, han tenido diferentes experiencias y muchas de ellas les afectaron, trayéndole daño y crisis, pero lo importante es que en cierto momento comienzan a meditar y se dan cuenta que necesitan cambiar muchas cosas y olvidar otras que les aquejan y se convierten en un tropiezo para construir un mejor futuro. Aunado a ello la persona emprende transformar su vida y decidir mejor para su propio bienestar, pero siempre hay un entorno opuesto que se resiste al cambio, que suele no estar de acuerdo con tus decisiones que a pesar que son buenas, para ellos es vista como malas; como dijo el mismo profeta: a lo bueno lo llaman malo y a lo malo lo llaman bueno (Isaías 5:20-21).
 Muchas de estas personas que han vivido toda una vida ajenos al Padre y su reino, se dan cuenta que tienen un vacio, que necesitan un cambio, es por esto que deciden apelar a la sangre del Mesías, ese justo que se sacrifico y ofreció su sangre para impartir justicia y perdonar las fallas y delitos de todos aquellos que lo aceptan; por tanto a través de su muerte recibimos una vida renovada como resultado que nuestro viejo hombre y nuestra vida antigua fue crucificada juntamente con nuestro redentor y de esta manera caminar ajustado a nuestra nueva condición (Romanos 6: 4-6). 
Es el mismo Padre quien nos recibe con su amor, nos cubre nuestras maldades y arroja a lo profundo del mar nuestras fallas y delitos (Miqueas 7:19), el gran problema es que a nuestro alrededor no faltan personas con el síndrome de buzos, encargados de lanzarse a lo profundo del mar y sacar las faltas de las personas, aun cuando el mismo Padre fue quien las arrojo allí, ¿acaso estamos en contra del Padre? ¿Quiénes somos nosotros para juzgar el pasado de las personas? ¿Por qué menospreciamos por las malas decisiones de su pasado?, ¿acaso el Padre no nos brindo una oportunidad a todos?, pues de alguna manera todos tenemos un pasado y sus desaciertos pero a pesar que muchas veces son frustrante, recordemos que somos nueva creación, las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas en el Mesias (2 corintios 5:17). Qué curioso que el mismo Padre dice que no se va a recordar mas de nuestros pecados y transgresiones (Isaías 43:25), pero muchas personas se encargan de recordarlos, de hundirnos en el pasado desagradable, en las malas decisiones y finalmente menospreciarnos; sin embargo de esa misma manera tendremos la recompensa por incurrir en una acción que no nos compete, pues con la misma vara que medimos también seremos medidos.  

Evidentemente el pasado nos bloquea, nos impide seguir transitando porque invertimos tanto tiempo pensando en los desaciertos y las malas decisiones del pasado, que no nos queda para pensar en las buenas decisiones que debemos ejecutar en este presente y tener un futuro dotado de propósito. 

Lo mejor no está en el pasado porque precisamente mirar al pasado es correr tras el viento, es perder el tiempo en algo que no puedes transformar, pero que ahora en el presente tienes la oportunidad de hacerlo y vivirlo de manera prudente y sabia.

Ya no podemos seguir viviendo del pasado y sus prácticas, sabiendo así que no tiene ningún propósito y estaríamos menospreciando el favor del Padre, entonces ¿cómo se puede vivir del pasado cuando existe un presente tan comprometedor y un futuro lleno de propósitos? si bien es cierto no lo hemos alcanzado todo porque hay muchas cosas que debemos cambiar, pero nuestro deber es olvidar las cosas que están en el pasado (aunque muchos las recuerden) y extendiéndonos a lo que esta adelante (aunque muchos se oponen) para cumplir la meta del supremo llamamiento (Filipenses 3:13-14). @jonathanor7

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